domingo, 8 de septiembre de 2019

Ministerio de Mujeres: cómo amar a tus enemigos. Parte 1

COMO AMAR A TUS ENEMIGOS.
Mateo 5.43-45
Nunca sabes lo que va a atrapar el corazón de las personas. Mosab Hassan Yousef, creció como musulmán. Desde joven, estudió el Corán, memorizó sus enseñanzas, decía las oraciones. Era como muchos otros musulmanes, con una excepción, su padre, fue uno de los fundadores de Hamas.  No es una persona que podrías considerar un candidato a convertirse. Sin embargo, los caminos del Señor, están por encima de la compresión humana. 
Un día, un hombre le entregó un nuevo testamento, y el, interesado como estaba en temas religiosos, decidió leerlo y comprobar el mismo lo que decía. Empezó, claro está por Mateo.  Enseguida llegó al Sermón del Monte. Aquí se expuso directamente a las enseñanzas de Jesús. Y se quedó impresionado. 
Solo Jesus dice. “Ama a tus enemigos”
Cuando le entrevistaron, dijo que le impacto lo que dice en Mateo 5.43-45
43 habéis oído que se dijo: "AMARAS A TU PROJIMO y odiarás a tu enemigo." 
44 pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, 
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; 

Enseguida se convirtió en cristiano. 
Estas palabras capturaron su corazón y no podía quitárselas de la cabeza. Ama a tus enemigos, no los odies, 
Ama a tus enemigos, no los mates. 

En la radio, dijo, Todas las religiones dicen, Ama a tus amigos, o ama a tu prójimo, pero sólo Jesús dice: ama a tus enemigos. 
Tan fácil de decir, tan difícil de hacer. Puede que sea el mandamiento más difícil que dio Jesús
Si tienes un enemigo de verdad, 
Si tienes alguien a quien no le caes bien
Si tienes “amigos” que te han atacado
Si conoces a gente que ha herido a quienes quieres. 
Amar a tus enemigos puede no estar arriba en tu lista de prioridades. 
Hay muchas otras cosas que nos gustaría hacer con nuestros enemigos, como conseguir la revancha o hacerles sufrir como hemos sufrido. Aun es más difícil cuando tus enemigos han atacado a tus hijos, o nietos, o pareja…
Por Laura Anitua

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