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Santidad, un proyecto en la creación.
El texto de Efesios 1:4-5 nos revela uno de los principales propósitos de Dios cuando decidió crearnos. El versículo 4 (NTV) dice:
4 Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos.
Ahí está el propósito de Dios revelado, que seamos santos e intachables a sus ojos. Cuando pienso en el Espíritu Santo moviéndose sobre las aguas de oscuridad allá en el principio de la creación (Gen. 1:2), yo le veo mirando el caos y el vacío de cada ser humano que guardaban distancia de Dios; pero también veo su mirada de artista que contempla el lienzo vacío con un diseño claro y perfecto en Su mente a punto de ser pintado. En aquel momento la plenitud del poder y del amor de Dios estaban dispuestos a empezar una obra gloriosa en cada vida, una obra que aún no está acabada y que finalizará con éxito cuando Cristo surja en el cielo para buscarnos.
Esto es lo que vio el Espíritu Santo cuando se movía sobre las aguas. Él quiere completar Su obra santificadora en nuestras vidas, porque él ve más allá de la materia deforme, el ve un pueblo santo, redimido, restaurado, completo, terminado, glorificando a Dios.
¿Sabes por qué Dios quiere que seamos santos?
En primer lugar porque él quiere dejar de moverse en la superficie y ahondar en lo profundo de nuestro ser, para que disfrutemos de una relación íntima con Él. La santidad de Dios y el pecado son completamente incompatibles, no se mezclan, como no se mezcló el Espíritu Santo cuando se movía sobre el abismo de las aguas.
En segundo lugar, porque le plació hacerlo (Vs.5 NTV) 5 Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo.
¡Eso es gracia! Porqué así como Dios nos vio glorificados allá en el principio, también vio cómo Su hijo era colgado y muerto en una cruz pagando el precio en nuestro lugar.
La salvación empieza antes de la fundación del mundo, cuando desde allí la comunión de la Trinidad del Dios Elohim, nos miró con la máxima potencia de Su gracia y tomó la decisión de enviar a Jesucristo para derramar Su sangre como única forma de limpiarnos de toda impureza, de ordenar el caos que por el pecado se había instalado en nuestras vidas, para hacernos al fin santos y dignos delante de Él.
Debemos ampliar nuestra visión sobre la creación para entender el propósito de Dios y tomar decisiones que nos acerquen a Él, ya que sin santidad no hay comunión íntima con Dios (Hb.12:14). El primer paso para tener comunión íntima con Dios es conocer el plan integral y el propósito de Dios que empezó en la creación del mundo con la masa deforme del principio y se consumó en la cruz del calvario, pero entendiendo también que el Gran artista sigue creando vida en nosotros en el camino de la santidad.
¡A Él sea la gloria!
Por Joel Martins Rodrigues
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