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El testimonio de John Harper
El predicador escocés John Harper y su hija Nana, de seis años, se encontraban a
bordo del barco que tras hundirse murieron mil quinientas personas.
El motivo de su viaje en el Titanic, era predicar en una de las iglesias más grandes
de los Estados Unidos de la época, la Iglesia Moody en Chicago.
La iglesia estaba esperando su llegada, no sólo porque iba a predicar una serie de
mensajes, inclusive oficialmente estaba aceptado a que se convirtiera en un pastor
en Estados Unidos.
Harper, era conocido como un orador interesante y había pastoreado dos iglesias
en Glasgow y Londres.
Cuando el Titanic golpeó el iceberg, Harper, como una medida de precaución, puso
a la niña en uno de los botes salvavidas, dejándola al cuidado de un primo mayor
que también los acompañaba en el viaje (esa medida de precaución le salvó la
vida a Nana Harper, que murió en 1986 a la edad de 80 años).
El predicador podría haberse sumado a su hija, pero optó por dar a las personas
otra oportunidad de conocer a Cristo.
Hay registros de que Harper, le habló a cada persona que estaba en pánico y les
expresó acerca de la necesidad de aceptar a Cristo.
Cuando el agua empezó a hundir el barco, Harper gritaba: “Que las mujeres, los
niños y los no creyentes suban primero a los botes salvavidas”.
Cuando Harper oyó a un hombre rechazar su llamado a aceptar a Jesús, le dio el
chaleco salvavidas que llevaba y dijo: “Esto lo necesita más que yo”.
Hasta el último momento que estuvo a bordo del barco, Harper, instó a la gente a
entregar sus vidas a Jesús.
Cuatro años después que se hundió el Titanic, durante una reunión, un
sobreviviente, contó su primer contacto con Harper en medio de las aguas heladas
del Atlántico.
Él declaró que él se aferraba a un pedazo de madera, cuando Harper nadó hacia él
y le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, pero el hombre rechazó la
oferta en un primer momento.
Sin embargo, al oír nuevamente: “Cree en el Señor Jesucristo”, y sabiendo que
estaba solo, a la deriva, aceptó creer en Jesús.
Poco después, el sobreviviente vio a Harper que sucumbió ante el frío y se hundió,
dijo el hombre ante en la reunión de los sobrevivientes diciendo simplemente: “Yo
soy el último convertido de John Harper”.
Los hombres buscamos mejores métodos, pero Dios busca mejores hombres que
le sirvan mejor.
Este servicio consiste en la relación personal del discípulo de Jesucristo con El.
Por Luis Álvaro Fajardo
Director Sociedad Bíblica de España
www.sociedadbiblica.org
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