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Dios y Padre…qué espera Dios de nosotros como hijos?
Lectura: 1 Juan 3:1-3.
Dios en el principio tenía una relación paternal con Adán y Eva, en los cuales la imagen de Dios se reflejaba; algo que a Satanás no le agradaba. Por lo cual, intentó y logró romper la relación entre ellos cuando desfiguró la imagen de Dios en el hombre por el pecado de la desobediencia que cometieron. Pero no logró que la imagen de Dios en el hombre desapareciera del todo.
Para solucionar el problema generado por el primer Adán, Dios envió a Jesucristo (también llamado el segundo Adán), de forma que el hombre pudiese restaurar su relación paternal con Dios. Jesús enseñó a orar, llamando a Dios “Padre”.
Dos condiciones para ser hijos de Dios y ser bendecidos:
Arrepentirse y creer: Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Nuestros pensamientos deben cambiar y por ende nuestra conducta, sólo así nacemos de nuevo.
Ser verdadero y transparente en nuestra relación con Dios. Dios nos ve en nuestra totalidad, ve nuestra alma. Seamos honestos cuando hablemos con Dios en oración, abrámonos por completo y solo así disfrutaremos de una relación paternal con Dios y seremos nuevas personas, confesemos delante de Él quiénes somos.
Ejemplo: la bendición usurpada de Jacob a su hermano Esaú (Génesis 27). En su encuentro con Dios él se arrepintió realmente y así obtuvo la verdadera bendición y su nombre fue cambiado a Israel.
Dos puntualizaciones:
1.Debemos permitir que el Espíritu Santo de Dios nos guíe.
Romanos 8:14-17
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
2. Dios nos disciplina por amor, como a hijos. Debemos aceptar su disciplina, ya que su objetivo es que crezcamos en santidad.
Hebreos 12:8
“Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”.
Nuestra esperanza está en Cristo, de que algún día nos reuniremos con El.
Pastor Luis Nunez
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